Me levanto a las mil. Me bajo al super del barrio (ya como uno más) me pillo cerveza pa cuando llegue cansado el próximo día y otras cositas que creo que me pueden hacer falta (más cerveza, por ejemplo) como algo pa cenar si se da el caso. Me pongo guapo, me pinto la raya del ojo y me voy a buscar una cámara de fotos. Como ya conozco toda la ciudad pos llego enseguida a otro centro comercial con los precios un poco más mejor y por fin!!! mi primer contacto con una húngara honesta y limpia. La chica de la tienda de las camaras, muy guapa ¿como no? estuvo conmigo una hora hasta que por fin me decidí y me aconsejó bastante bien (como he podido comprobar al llegar a España, comparar los precios y ver que realmente compre lo que yo necesitaba, sobre todo teniendo en cuenta que no tengo ni puta idea de hacer fotos). Parece que la cosa empieza a compensarse. No todo iban a ser señoritas de oscuras intenciones.

Todos estais pensando que resulta ahora que todas las chicas de Hungría son guapas y que justo estaba yo allí, pero es que tengo la teoría a las que nacen feas las tiran al Danubio o si son de familia de posibles las esconden pal invierno. Esto es verdad: para encontrar una chica que no sea guapa en el centro de Budapest hay que buscar mucho rato y mucho rato es más de media hora.
Bueno, sigamos. Al final me hice con una cámara de turista bastante bien apañadita y me fui a intentar repetir las fotos del día anterior que con el móvil no eran lo mismo.

Aquí llegó mi segunda compensación: aparecieron Ruth y Sandra, dos barcelonesas supersimpáticas a las que no les importó acogerme en su seno. Yo les propuse que mejor si era posible, me acogieran en sus senos y me dijeron que si quería que me golpearan con una piedra en los dientes para luego llamar a la policía y tras barajarlo un tiempo preferí quedarme con la primera oferta y nos fuimos a ver un poquito los sitios de alrededor. La verdad es que gracias a ellas los primeros días fueron mucho mejor de lo que hubiesen sido de haber andado por ahí solo, asín que me alegro mucho de haberlas encontrado.
Aquí estamos los tres en lo alto de la ciudadela. Ya quedamos pal día siguiente para hacernos una ruta turística en bus.

Cené en un sitio que me habían recomendao en el hotel donde me invitaron a un licorcito típico húngaro: el palinka. Huele a melocotón. Sabe a su puta madre. Quema que se jode el jodío palinka. Al volver al hotel me crucé con el encargao del Mcdonalds que se había quedao con mi cara la noche anterior y me preguntó que qué tal todo y que patatín patatán. No sé que le dije porque como no sé inglés to lo que digo me lo invento y no suelo saber cómo puede acabar una conversación.